Ámbar

En la antigua Grecia se creía que el ámbar era las lágrimas de las hijas del dios del Sol, Helios, cuando lloraron la muerte de su hermano. Para los cristianos, eran las lágrimas de los pinos cuando sufrieron el Diluvio.

El ámbar amarillo, procedente de ciertas regiones de Rusia, opera en la frecuencia de Mercurio y se relaciona con el intelecto, uniendo sus funciones, sobre todo a nivel físico.