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MERLÍN es E. Martínez
(Vidente e investigador.) Dcdo. y profesor universitario. Escritor y columnista.
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09 junio 2011

Casos en los que los fantasmas son amigos

Eileen Garrett"Los vi por primera vez en el umbral de la puerta. Me resultaron desconocidos, igual de desconocidos que cualquier otro niño". Así describió Eileen Garrett la llegada de sus tres compañeros espectrales de la infancia, que se marcharon cuando ella iba a cumplir 12 años. Esta sensible muchacha irlandesa, que más tarde llegaría a ser una famosa médium, afirmaba haber conocido a dos niñas y un niño en la granja de County Meath donde creció a principios del siglo XX. Los visitantes se convirtieron en sus compañeros del alma, dijo, y le hicieron más llevadera una infancia solitaria. Pero no eran como el resto de los niños, se comunicaban con cierto tipo de telepatía, y nunca revelaron sus nombres ni sus orígenes. Cuando la niña irlandesa les dijo que entraran con ella en la casa después de haber pasado todo el día jugando en el campo, "tuvieron miedo y dijeron que no". Los adultos de la granja nunca vieron a los niños, y creían que eran unos compañeros de juego imaginarios. Pero Garrett insistía en que ella no se había inventado los visitantes: "Nunca dudé de la realidad de 'mis Niños' ni del hecho de que hablábamos de una manera que los mayores no comprendían. Les toqué y vi que eran suaves y cálidos como yo. Había algo que los diferenciaba de los demás seres. Yo veía la forma de las personas ordinarias rodeada de un aura de luz, pero la forma de los Niños consistía por completo en esa luz".
Algunos estudiosos del tema creen que los niños representaban la visita de unos fantasmas llamados compañeros o consejeros, unos espíritus cuya misión parece ser la amistad y la orientación. En algunos casos, como en el de Eileen Garrett, se dice que los compañeros se quedan unos años. En otros, los espíritus realizan una o dos visitas y ya no se les vuelve a ver. Por ejemplo, una muchacha de dieciocho años, a quien su abuelo siempre había ayudado en los deberes escolares, dijo que su fantasma la visitó seis meses después de haber muerto mientras ella intentaba estudiar las lecciones del día. "Eran las tres de la madrugada y mi abuelo entró atravesando la pared de mi dormitorio, en medio de un círculo luminoso gris, con su cabeza y hombros claramente visibles. Me habló, y al día siguiente me di cuenta de que podía entender los problemas de clase".
Un buen número de aventureros han hablado también de la presencia de un espíritu guía, al que generalmente no se ve, que les ha ayudado en los momentos más difíciles. El explorador Ernest Shackleton que, en 1917, encabezó una épica marcha de tres hombres por las montañas de la Antártida, escribió: "Durante esa larga marcha de treinta y seis horas por las montañas y glaciares de South Georgia a menudo me pareció que éramos cuatro y no tres. Y Worsley y Crean (los compañeros de Shackleton) tenían la misma impresión". Para Shackleton, la presencia invisible, aunque fuera imaginada, les prestó un gran apoyo.