La tradicional “Fiesta de las Ñatitas”
Miles de cráneos humanos denominados “ñatitas”, han sido venerados este miércoles en los cementerios de La Paz (Bolivia), adornados con flores, cigarrillos, lluchu, y animadas por bandas, además de fiestas en locales públicos. La jornada no ha pasado desapercibida, porque el cementerio general desde muy temprano se vio frecuentado por los feligreses que veneran las costumbres de esta ciudad como en el interior del país. La ocasión también ha servido para que las vendedoras de flores, se ubiquen desde muy temprano en la Avenida Bautistas y la calle José María Aliaga, próxima al cementerio general.
La tradicional “Fiesta de las Ñatitas” (o chatitas) es un ritual macabro que mezcla el esoterismo y creencias paganas de la cosmovisión andina y su respeto por la muerte. La fiesta es denominada así por la forma achatada de los cráneos, para los cuales se organizan prestes y fiestas como ha ocurrido este miércoles. Desde primeras horas de la mañana los paceños trasladaron a sus “ñatitas” (calaveritas) en cajas de madera u ostentosas urnas de cristal, bolsas plásticas y hasta aguayos especialmente preparados para la ocasión, que cuidadosamente son mantenidas en los hogares, armando un trono.
A pesar de las contradicciones que existen con los preceptos del cristianismo en general, la iglesia católica consiente abiertamente la bendición para que Dios les confiera los atributos mágicos que, se asegura, tienen los muertos olvidados y que en estas ocasiones son recordadas con misas en las parroquias de la ciudad. Aunque los orígenes de esta tradición pagana son aún desconocidos, no existen estudios precisos que den una referencia clara de dónde o cuándo se originó este ritual a la muerte, existen algunos estudios sobre la cuestión.
En la cosmovisión andina se realizan veneraciones a los muertos para evitar la llegada de lluvias muy fuertes y perjudiciales para las cosechas; esta práctica fue adquiriendo otros elementos de la religión católica, por influencia de las migraciones europeas y la colonización de América. En la Fiesta de las Ñatitas, que tiene una duración de 24 horas completas, los creyentes acercan los restos hasta la capilla para que el cura les dé su bendición, pero según los clérigos no es una misa en su honor, sino más bien una lectura de pasajes de la Biblia, que recuerdan las promesas de una vida después de la muerte, a los seres que se encomienden a la voluntad y el poder del Señor a través de su primogénito Jesús. Tras esta ceremonia, no oficial, los cráneos son trasladados al interior de los predios del camposanto, cualquier nicho o tumba, donde se iniciará un festejo particular a través del cual se ofrece comida, bebida y cigarros a la calavera y sus invitados. En otros casos, la fiesta y el homenaje es trasladada hasta los domicilios particulares de los creyentes o, en el mejor de los casos, hasta locales en los que se festeja con mucho alcohol y música durante horas.
La procedencia de los restos humanos es variable. Muchos cráneos venerados provienen de fosas comunes, nichos abandonados, cementerios clandestinos de las laderas o de universidades de medicina. En otros casos, los menos, pertenecen a familiares de los creyentes que son los más afanados en celebrar a su pariente con súper poderes del más allá. Por otra parte, es requisito indispensable que cada calaverita tenga un nombre que la identifique, hubiera sido o no su verdadera identidad. Los nombres varían de acuerdo a los propietarios, quienes las nombran con diminutivos como: Luchito, Lulita o Panchito, mientras que otros más ritualistas les bautizan hasta con dos nombres y los apellidos de la familia custodia.
Dentro de la creencia popular también se maneja un mito relacionado con la protección que las ñatitas otorgan a los antisociales (ladrones) quienes encomiendan sus fechoriazas a los cráneos humanos a cambio de ofrendas extremas.
Lo cierto es que la popularidad de este ritual ha crecido enormemente con el transcurso del tiempo y el crecimiento de la población, convirtiéndose en uno de los atractivos culturales de la Paz.
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