El sexo en la evolución de la conciencia

Son muchos los autores y doctrinas que comparten la idea de que el acto sexual impide que el nivel espiritual pueda desarrollarse y es que, efectivamente, tiene una base real.

La ciencia Hermética nos explica de forma concisa el origen de esta teoría:

El Ego -nuestro Yo Superior- es la parte inmortal que evoluciona, en cada uno de nosotros, hacia estados superiores de conciencia y, para poder desarrollar su labor creadora y recoger las experiencias que de ella se desprenden, cada Ego dispone de cuatro cuerpos o vehículos: el físico, el vital, el astral (o de deseos) y el mental. Entre todos ellos, el físico es el que está más estructurado y representa la fase de la realización material en cualquier proceso que comience con la idea y se alimente con el deseo.

El astral y, sobre todo, el mental, son nuestros cuerpos superiores, los más cercanos a la naturaleza del Ego, y se mantienen conectados con nuestro cuerpo físico a través del llamado "cuerpo vital". El cuerpo vital está formado a su vez por cuatro "éteres" que conectan las diversas funciones de los cuerpos superiores con el órgano físico adecuado que mejor puede responder a su materialización. Así, por ejemplo, el Eter Reflector, conectado con el cerebro, eleva el espíritu y da fuerza y lucidez al pensamiento. El Eter Luminoso, conectado con el corazón, fortalece la capacidad de los cinco sentidos. El Eter de Vida, conectado con los órganos sexuales, activa y potencia sus funciones y el Eter Químico, conectado con el bazo, controla los procesos de asimilación de alimentos y expulsión de residuos. La fuente de suministro de estos éteres nunca se agota por mucho que se gaste en cada uno de ellos, pero sin embargo nuestro organismo físico no está capacitado para que actúen a tope todos a la vez. Por eso, cuado se ha comido mucho, el Eter Químico es quien más funciona, gastando una energía que irá en detrimento de los otros tres éteres. Y por eso también, cuando se hace uso indiscriminado del sexo, quien más consume es el Eter de Vida, mermando la actividad de los otros.