Google

MERLÍN es E. Martínez
(Vidente e investigador.) Dcdo. y profesor universitario. Escritor y columnista.
Ojalá encuentres en el blog la información y/o ayuda que buscas.
Y agradecimientos a Blogger por el espacio ofrecido.

20 septiembre 2008

Sacrificios humanos

Según un mito azteca, antes de que empezase el mundo, los dioses se reunieron para decidir quién de entre ellos debería iluminar el nuevo universo. Escogieron a Nanautzin, un dios pequeño, feo y cubierto de costras, que humildemente aceptó la tarea.
Cuando llegó el momento, Nanautzin, valientemente se arrojó a una enorme fogata que los dioses habían encendido. A medida que su cuerpo chisporroteaba y se quemaba, las llamas se alzaron cada vez más, iluminando el cielo y dando vida al sol.
Así, con el sacrificio voluntario de Nanautzin, el cosmos se puso en movimiento. Pero los antiguos aztecas creían que este sacrificio no era suficiente para que el sol continuase moviéndose en el cielo, para impedir que el tiempo llegara a un final. Se necesitaban más sacrificios humanos: según esto, los sacerdotes extraían los corazones de sus víctimas todavía vivas y los ofrecían al sol.
Aunque pocos llevaron los sacrificios humanos a los terribles extremos de los aztecas, muchas culturas antiguas, incluyendo mayas, chinos, griegos, hindúes y vikingos, los practicaron una u otra vez.
Finalmente, sin embargo, la idea de sacrificar una vida para honrar un dios o mantener o renovar la vida en la tierra empezó a interpretarse simbólicamente en vez de forma literal.
En el Antiguo Testamento, el sacrificio es una prueba de fe: Dios pide a Abraham que sacrifique a su hijo pero le detiene la mano en el último instante. Los cristianos creen que Jesucristo murió por toda la humanidad, un sacrificio que promete vida eterna. Por otra parte, el budismo rechaza totalmente la idea de muertes en sacrificio, y pone énfasis en que uno debe sacrificar las exigencias del ego, (todos los temores, deseos e intereses personales), para obtener la iluminación y honrar a la divinidad.