La búsqueda del Divino
La fe ascética persa del sufismo, al igual que otras religiones místicas, busca la unión con Dios o el Divino. Los primeros sufíes eran seguidores del profeta Mahoma, que solían sentarse fuera de la mezquita en una plataforma o suffe, para escucharlo. Siguiendo su ejemplo, los sufíes perseguían el abandono total de uno mismo para llegar a la unión total con Dios.
En el primer paso hacia la iluminación, el devoto recibía un baño de purificación. A continuación era conducido ante un maestro espiritual, quien le servía una comida especial y le asignaba un himno o zehr. Seguidamente se enseñaban al iniciado las acciones que conducen al Divino: meditación, invocación del nombre de Dios, contemplación.
Aunque el sufismo procedía básicamente del Islam, también asimiló las enseñanzas de otras religiones y creencias, como los pitagóricos, los herméticos y los budistas. Por su parte, el sufismo influyó supuestamente en el culto de los templarios. Y hay quien afirma que la masonería comenzó como una sociedad sufí, traída a Escocia disfrazada de gremio artesano durante el siglo XIV.
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