El 12 de octubre de 1875 nace en Reino Unido Edward Alexander, al que más tarde se conocería como Aleister Crowley. Su infancia se desenvuelve en un ambiente opresivo y puritano, ya que sus padres pertenecen a la secta más intransigente y rigurosa de aquella época, los Hermanos de Plymouth. Para ellos todo es pecado o una debilidad inaceptable, es por eso que su madre, Emilie, nunca le abraza, ni le besa, ni le cuenta cuentos, ni le deja leer ningún libro, excepto, claro está, la Biblia.
A pesar de tan desmesurada rigidez familiar, hace trastadas como todos los críos que Emilie castiga llamándole "la Bestia del Apocalipsis", el sumum de la maldad para los Hermanos de Plymouth. Él se rebela asumiendo tal condición, defendiéndose contra todo aquello que representa su familia. Si en nombre del "bien" le torturaban y le hacían sentir desgraciado, él adoraría al "mal". Se convertirá así en un mago luciferino, que no diabólico, adorador sistemático del mal. Con tan solo ocho años Aleister Crowley cogió un gato para administrarle arsénico. Al pasar de los días, le suministró cloroformo, para que no opusiera resistencia, así pudo gasearlo con mayor tranquilidad en el horno, después quemarlo y, tras otras torturas de similar catadura, despellejarlo vivo. (Con el pasar de los años, en una de sus conferencias, explicaría por qué torturó al gato: Su madre le había dicho que estos tenían nueve vidas y decidió comprobarlo constatando, una vez más, que sus enseñanzas eran falsas.)
Con este panorama en casa, su madre continuó llamándole "La Bestia" y "666" porque su hijo le recordaba cada vez más las dos bestias del Apocalipsis, cuyo texto dice: "Vi como salía del mar una bestia, que tenía diez cuernos y siete cabezas… Abrió su boca en blasfemias contra Dios… Fuele otorgado hacer la guerra a los santos y vencerlos… El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis". Ante la comparación, el pequeño no se quedó atrás y la llamaba "estúpida santurrona". Cuando ésta murió, ya adulto, añadió "¡que el diablo tenga su alma!".
Tampoco sentía mayor simpatía por su padre, llegando a sustituir su verdadero nombre, Edward Alexander, por el de Aleister. Su padre, el hombre cuya boca nunca había blasfemado o dicho una injuria, que había abandonado su imperio económico para dedicarse a la religión, muere de cáncer de lengua, cuando Aleister tiene doce años. Su tío materno se encargará de que su educación sea todavía más rígida a partir de ese momento.
Pero el Crowley adolescente, con una inteligencia superior a la normal y en un ambiente represivo, continúa saltándose las reglas. A los catorce años, Crowley era un escolar rebelde que perdía la virginidad con una criada en la cama de su madre Emilie. Era bisexual y le gustaba colgar a sus amantes boca abajo en el guardarropa y marcarles con sus dos caninos que, según se cuenta, se afiló con este propósito. Y es que no hubo persona a la que no hiciese daño, juramento que no incumpliera, o vicio que no probara. A los diecisiete años, su madre y su tío lo dan por un caso perdido y lo ingresan en el Trinity College de Cambridge sintiéndose, por primera vez en su vida, libre. Sorprendentemente, no le escatiman los medios económicos, y él los aprovecha para divertirse, salir, beber o tener relaciones. Pero Crowley también estudiará mucho, aunque se niega a examinarse. Sin embargo, su erudición y seriedad en el trabajo es tal que el Profesor Hastings cuenta con él como colaborador en la Enciclopedia de la Historia de las Religiones y de la Ética.
En esta época, se rebela contra la hipocresía social, haciéndose pasar por Conde Ruso y publicando una obra erótica: 'White Stains' ("Manchas Blancas") que se la dedica a su "pío" tío materno. El escándalo de la obra es tal que prepara una conferencia: "La miseria sexual en Gran Bretaña", por el Doctor Aleister Crowley, escapado de la Universidad de Cambridge. Preside la sala un tapiz indio con un enorme falo, y Crowley se dirige a los asistentes: "¡Las manchas blancas no están sólo en las sábanas sino en las gafas de los que “ven” febrilmente la perversión!".
Se hace amigo de intelectuales y artistas con continuas estancias en Londres y en París (Francia), donde conoce al escultor Rodin, al novelista Somerset Maughan, a la bailarina Isadora Duncan, a Rilke el poeta, etc… Descubre el alpinismo, que ejerce con entusiasmo, participando en importantes expediciones a los Alpes, el Himalaya y México, generalmente acompañado del científico Oscar Eckenstein. El hombre que está considerado como el mago más importante del siglo XX se ha ido preparando, probablemente sin darse cuenta, para la magia. Dispone de un profundo saber religioso por su colaboración en la Enciclopedia del Profesor Hastings, tiene conocimientos científicos, es un excelente ajedrecista, sabe astrología y su carta astral indica que es un semidiós. Además, apuntan sus seguidores, ha nacido con las señales búdicas: la lengua pegada que requirió cirugía a los dos días de su nacimiento, la fimosis de la que le operaron a los quince años y los cuatro pelos en forma de esvástica al lado del corazón que indica encarnaciones sobrenaturales. Crowley comienza su camino mágico de forma consciente en Cambridge al leer el libro de Mathers: 'La Cábala desvelada'. Después descubrirá la compilación del ceremonial mágico realizada por A.E. White. El 31 de diciembre de 1896, en Estocolmo (Suecia), tiene su primera experiencia de liberación interior: "Descubrí que poseía una capacidad mágica que formaba parte de mí. Fue una experiencia dolorosa y terrible a la vez, que me dio la llave del placer y el éxtasis espiritual".
A los veintitrés años ingresa en la Golden Dawn, la más importante sociedad iniciática del mundo moderno, con conexiones en toda Europa y gran influencia en su historia reciente. Su jefe es Mathers y Crowley recibe el nombre de Perdurabo, montando un templo de magia blanca y otro de negra. En este período los logros mágicos son constantes y Crowley asegura realizar viajes y entrevistas astrales, materializaciones de los elementales, de los silfos y de diversas fuerzas celestiales y demoníacas. Mathers encuentra en París un manuscrito del siglo XV, El libro de la magia sagrada de Abramelin el mago, y éste se va a convertir en el centro de los estudios y prácticas de Crowley. Para ello precisa construir un oratorio en lugar mágico, aislado y tranquilo que encuentra en Escocia: la finca Boleskine, frente al lago Ness. Allí construye Crowley su oratorio según establece el libro, con una salita para los espíritus. En ese lugar conjura a su Ángel de la Guarda, su verdadero ser, con quien establece una perfecta comunión. Sólo cuando lo consigue puede convocar a los cientos de espíritus, ángeles y demonios, que figuran en el citado grimorio y realizar talismanes. Otro país clave en la vida de Crowley es la India. Allí se inicia en el tantrismo, la erótica sagrada, el sexo sagrado como vía de acceso al conocimiento iniciático, que practicaría asiduamente con hombres y mujeres, y en China descubre el I Ching. Con la llegada del siglo XX, Crowley inicia un período de grandes viajes por todo el mundo en la línea de su admirado Sir Richard Burton. Así, en 1901 la muerte de la reina Victoria le pillará en México, preparando una de sus escaladas. Cuando el alcalde de Amecameca le da la noticia, Crowley se pone a lanzar gritos de júbilo y a bailar una frenética danza de los pieles rojas, explicando al alcalde que la muerte de la reina era el fin del peor símbolo humano de intolerancia social y religiosa. México se convierte en un país clave en su vida al entrar en contacto con Don Jesús Medina, que le introduce en la masonería y en los secretos de mayas y aztecas. Es aquí donde Crowley asegura haber verificado su método para lograr la invisibilidad y haber descubierto la llave secreta de la Gran Obra. Volviendo de nuevo a su leyenda negra, decir que su primera esposa era hermana de uno de sus amigos, una joven viuda harta del acoso que sufría de sus pretendientes, a la que Crowley ofreció "matrimonio sin consumación" para que así se librara de ellos. Contrajeron nupcias y, a las pocas horas, Crowley incumplía su compromiso. No resulta extraño que ante este comienzo ella acabase siendo alcohólica y muriendo en uno de sus delirium tremens. Antes de divorciarse, Crowley casi mata a su suegra al tirarla por la escalera cuando la echaba a patadas de su casa. Su segunda esposa también acabó alcoholizada. Pero es que él mismo era un drogadicto que consumía, entre otras drogas, heroína, cocaína, opio, hachís, marihuana, peyote y mescal. Algunos de sus discípulos sufrieron alteraciones nerviosas, como Lord Tankerville o Victor Neuburg al que Crowley maldijo. Victor decía que esa era la razón de sus múltiples enfermedades. Otros tuvieron menos suerte y perdieron la vida como Raoul Loveday, de quien se dijo que había sido envenenado por Crowley. También murió Alexis Pache, un alpinista suizo, cuando se encontraba a solas con él en una escalada. Otro, Norman Mudd, se suicidó. Pero no sólo sus discípulos; también uno de sus maestros, Liddell MacGregor Mathers, murió convencido de que le aniquilaban las poderosas emanaciones mágicas procedentes de Crowley.
Los periódicos de la época le llamaron, entre otras lindezas: "el hombre más perverso del mundo", "el rey de la depravación", "el hombre al que nos gustaría ahorcar", "el caníbal", "la bestia humana", y el peor insulto para un inglés de su época, "germanófilo".
El 1 de diciembre de 1947, a los setenta y dos años de edad, Crowley moría de una crisis cardíaca. Una edad sorprendente para un drogadicto del que se afirma que tomaba once gramos diarios de heroína. Sus últimas palabras fueron: "Estoy perplejo". Pero ni siquiera con su fallecimiento cesaron los ataques furibundos contra su persona, incluso por parte del máximo representante de la justicia británica, el Ministro de Su Graciosa Majestad, quien declaró: "Aleister Crowley es el personaje más inmundo y más perverso del Reino Unido".
Así pues, ésta es la leyenda que le acompañó toda su vida, azuzada por la prensa durante más de tres décadas. Y es que no hay perversidad, ni crimen, ni acción maligna de la que no fuese acusado.
Finalmente, la Bestia había muerto y cuando sus contemporáneos creían descansar de ella, sus nietos la subían a los altares. Los Beatles incluyeron su fotografía en la portada de Sargent Pepper’s bajo un texto que decía: "Gente que nos gusta". Los Rolling Stones se inspiraron en él para su disco 'Their Satanic Majesties Request' y especialmente en su canción 'Simpathy for the devil'. Los hippies predicaban y practicaban el amor libre, consumían drogas y vivían en comunas como él. En California (Estados Unidos), algunos de sus seguidores, como Manson el asesino, realizaban ritos satánicos. En la década de los 70, David Bowie habla de Crowley en su álbum 'Hunky Dory'. Posteriormente, grupos de rock duro como Iron Maiden están influenciados por el ocultismo en sus letras y en las portadas de sus discos. Jimmy Page (Led Zeppelin) incluye en una de sus canciones el lema del Libro de la Ley: "Haz lo que quieras".
No obstante, y ya para acabar con su biografía, hay un hecho a favor de Crowley: nunca pudieron probar nada contra él aunque lo intentaron en multitud de ocasiones. Baste por eso recordar que la sociedad victoriana en la que vivió, envió a todo un Oscar Wilde a prisión durante dos años por homosexual y le desterró hasta su muerte. Nada les hubiera gustado más que hacer lo mismo con Crowley. ¿Acaso fue más hábil o simplemente inocente de todo lo que se le acusa?
El Tarot de Aleister Crowley (1942), pintado con acuarela entre 1938 y 1942 (bajo la supervisión de Crowley) por Lady Frieda Harris, esposa de Sir Percy Harris, parlamentario británico.
El estilo pictórico es abstracto-surrealista, apareciendo publicado en blanco y negro en el libro 'The book of Thoth' en el año 1944 pero no aparece como baraja (a dos colores) hasta 1969 en que es redescubierto por los hippies estadounidenses. Finalmente es publicado en color en 1977, versión impresa que nunca fue vista por sus autores, Harris y Crowley.
1 Comments:
realmente me parece excelente tu blog, la historia no he podido despegarme, y las cartas pues están maravillosas.
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