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MERLÍN es E. Martínez
(Vidente e investigador.) Dcdo. y profesor universitario. Escritor y columnista.
Ojalá encuentres en el blog la información y/o ayuda que buscas.
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05 agosto 2009

Xangó

Los Orishas (o deidad mayor) son los emisarios de Dios Omnipotente. Gobiernan las fuerzas de la naturaleza y los asuntos de la humanidad. Se reconocen a sí mismos y son reconocidos a través de sus diferentes números y colores, los cuales son sus marcas, y cada uno posee sus propias características existiendo diferentes maneras de honrarlos en forma de regalos y ofrendas para que vengan en nuestra ayuda. Uno de los más populares es, sin duda, Xangó (Changó), dios del trueno y los rayos, de la justicia y del fuego, de los tambores y la danza, de la guerra y de la belleza masculina. Hijo de Ibaíbo y de Yemmú, es un orisha temido y respetado, viril y violento, de inteligencia y agudo ingenio. Abogado de los guerreros y patrón de las tempestades es de los más venerados. Se dice que Xangó castiga a los mentirosos, ladrones y malhechores, y usa el poder del fuego como su símbolo de respeto. De fuerte voluntad y extremadamente fogoso, es amante de todos los placeres que existen: el baile, las mujeres, la música o la comida. Es reconocido principalmente por su credibilidad, siendo tradicionalmente consideradas sus decisiones como sabias y acertadas. Decide sobre el bien y el mal; posee la capacidad de inspirar la aceptación incontestable de sus decisiones, tanto por su poder represivo como por su rectitud y honestidad casi inquebrantable. Existen diversas leyendas o pattakíes (en Cuba) que refieren la historia de Xangó, muchas de ellas plasmadas en antiguas libretas, ordenadas según los oddunes del sistema adivinatorio de Ifá en que habla esta deidad, y otras de ellas recogidas por la tradición oral por lo que sería demasiado extenso narrar las múltiples facetas de su vida. Ascendió al poder destronando a su medio hermano Ajaka, pasando a reinar con autoritarismo y tiranía. Construyó un palacio para vivir con sus tres esposas: Yansa, la guerrera; Oxum (Oshún), la coqueta; y Obbá, la amorosa, encargadas todas de aplacarlo en los momentos impulsivos. Cuentan de él que luchaba sin armas pero para proseguir con sus conquistas pidió una fórmula que aumentara su poder. Se le entregó una cajita de bronce, recomendándosele que fuera abierta tan solo en caso de extrema necesidad de defensa. Pero Xangó le contó a Yansa lo ocurrido y sin contenerse la abrieron sin más tardanza. Al momento comenzó a tronar y a relampaguear. Los rayos destruyeron su palacio y la ciudad, matando a toda la población. No soportando tanta tristeza, Xangó se hundió en la tierra retornando a Orum donde suplicó perdón.
Cuando se contempla la rapidez con la que el rayo cae sobre el árbol, o con la que el fuego brama, uno está presenciando el temperamento de Xangó en acción.
Los hijos de Xangó (personas regidas por este orisha) tienen una habilidad innata para la adivinación. Y en reconocimiento de la grandeza de este rey, todos se yerguen sobre la punta del pie o se levantan de sus asientos a la mera mención de su nombre. Elocuentes, sociales, buenos para estudiar, están siempre envueltos en nuevas aventuras y gustan decir la última palabra mostrando de esta manera que son autoritarios. Les encanta mandar y no soportan estar en segundo plano. Evitan provocar peleas, pero cuando los agravian, son capaces de destruir a su adversario de cualquier manera posible. Sus amistades pueden contar con ellos, pero deberán estar preparadas para aceptarles el humor variable que los caracteriza y la altanería casi soberbia que permanentemente acompaña a estas personalidades. Como padres son justos y equilibrados.
Sus colores son el rojo y el blanco, y él se reconoce a sí mismo en los números cuatro, seis y doce. Materiales, la seda. Día, martes. Animales que se le sacrifican: carneros, gallos, codorniz, jicoteas y gallinas de Guinea. A menudo se le representa por un hacha doble.
Rezo: Obákosó kisi ekó akama sía okuní buburu buburukú kiton lo aguo oba chokotó kaguó kábo sile. Agó.