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MERLÍN es E. Martínez
(Vidente e investigador.) Dcdo. y profesor universitario. Escritor y columnista.
Ojalá encuentres en el blog la información y/o ayuda que buscas.
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08 abril 2010

Desvanecidos misteriosamente en el aire

Una cosa es desaparecer sin dejar rastro, pero hacerlo a la vista de testigos es extraño cuando no decir que debiera ser casi imposible..., casi. Porque esto fue lo que le ocurrió exactamente a Orion Williamson, en julio del año 1854, cuando ante los ojos de su propia esposa, de su hija y de dos vecinos, en Sema, Alabama, Estados Unidos, se desvaneció de inmediato. El hombre caminaba tranquilo por unos pastos, y de pronto ya no estaba, había desaparecido. De la búsqueda que prosiguió a su desaparición, en la cual participaron incluso perros sabuesos, no resultó ningún indicio aclaratorio: ni hoyos ocultos ni el menor indicio de Williamson.
Otro suceso similar ocurrió en septiembre de 1880 en Gallatin, Tennessee, cuando el hacendado David Lang salió a recorrer sus campos a la vista de su mujer, y simplemente se desvaneció en el aire. Esta desaparición también fue presenciada por un juez local, August Peck y su cuñado, quienes acababan de llegar a la finca de Lang y lo habían saludado momentos antes por medio de señas.
Las pruebas misteriosas de otros casos similares a los dos relatados incluyen pisadas que llegaban hasta cierto punto y de repente se detenían. Por ejemplo, una noche de noviembre de 1878, un joven de dieciséis años, Charles Ashmore, de Quincy, Indiana, fue a buscar agua por encargo y nunca más regresó. Cuando más tarde salieron a buscarlo, su padre y hermana encontraron sus huellas marcadas en el suelo húmedo y las siguieron, pero de pronto se acababan, justo antes de llegar a la mitad del camino hacia la fuente.
Otros dos casos, también relacionados con fuentes, coinciden misteriosamente entre sí, dos niños de once años, ambos llamados Oliver, desaparecieron en Nochebuena, sólo que con diez años de diferencia y en distintos continentes... Oliver Larch desapareció en 1889 en el camino de la fuente de la residencia familiar en Sout Bend, Indiana. Y Oliver Thomas, de Rhayder, País de Gales, fue víctima de este misterio en 1909. Sin embargo, en este último caso y a diferencia de los otros, su familia oyó sus gritos desesperados provenientes de quién sabe ya dónde: "¡Socorro! ¡Me han atrapado!". Pues cuando de inmediato fueron a auxiliarlo, el niño que estaba antes sus ojos no estaba ya por ninguna parte y sus gritos habían también cesado. Eso sí, aún pudieron seguir sus pisadas, que abruptamente acababan a medio camino de la fuente.