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MERLÍN es E. Martínez
(Vidente e investigador.) Dcdo. y profesor universitario. Escritor y columnista.
Ojalá encuentres en el blog la información y/o ayuda que buscas.
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28 enero 2012

Supersticiones con sal

La sal es un elemento de la tierra, un compuesto de sodio que desde los tiempos más antiguos se ha considerado protectora frente a los maleficios y portadora de buena suerte. Puede que esta superstición esté relacionada con la importancia de la sal como conservante de alimentos (salazón...). Además la sal simboliza la alianza del hombre con la divinidad. Este último aspecto queda destacado en la Biblia (Lev. 2, 13).
Se cree que cuando hay sal en una casa siempre habrá dinero y si se echaba sal en los rincones de las cuadras el día primero de abril se evitaban las enfermedades del ganado.
Como amuleto se empleaba en rituales dibujando un círculo de sal alrededor de aquel que deseara protegerse contra el diablo. Este círculo era llamado "círculo mágico".
Para contrarrestar el mal de ojo se bañaban en agua con sal las plantas de los pies y las palmas de la mano tres veces, se bebía tres sorbos del agua salada y después se echaba al fuego lo que quedaba de dicha agua.
Hay también un remedio para conjurar la mala suerte: echar una pizca de sal por encima del hombro izquierdo, porque de este modo se ciega al diablo y a los malos espíritus, o tirar agua por la ventana.
Era costumbre echar sal al fuego cuando entraba en casa una persona sospechosa de dedicarse a la hechicería. También se evitaban las visitas de alguien indeseable echando sal donde había estado, recogiéndola y quemándola después. Otro remedio utilizado era echar sal en el umbral después de su partida.
Se creía que poniendo un plato con sal debajo de la cama de un enfermo, esta absorbía el mal y protegía contra la enfermedad.
Para evitar que un niño sin bautizar fuera objeto de hechicerías se ataba a sus ropas un saquito con un poco de sal cuando se le ponía a dormir en su cuna.
Es de mal agüero derramar de forma involuntaria la sal o que se caiga un salero: el responsable de ese fatal descuido verterá tantas lágrimas como granos de sal se hayan desperdigado. Pretenden algunos que esta creencia procede de la Última Cena, en la que Cristo cometió tal torpeza. Y es que ya lo dice el refranero: "Derramar el vino es buena señal, pero no la sal"; "Si se vierte el salero, faltará la razón, pero no el agüero"; "Verterse el vino es buen sino; derramarse la sal, mala señal".
Quien pisa la sal derramada tendrá disgustos y si se trata de alguien que va a casarse pronto, no cumplirá este propósito. Aquel que persiga quebrantar la felicidad de unos recién casados le bastará con echar sal en el lecho nupcial.